La voz de la muerte

13.04.2011 21:59

   

(Cuento Rumano)Hace muchos, muchos años, vivía un hombre cuyo único deseo era poseer las cosas agradables de la vida; y, como todo su tiempo lo dedicaba a lograr ese fin, muy pronto se encontró tan rico, que podía comprar cuanto ambicionaba.

Sin embargo, empezó a tener miedo, pues se decía: "Es maravilloso tener todo lo que se desea. Pero, ¿y si muero? Tendría que dejarlo y ya no podría disfrutar de nada."

Así pues, se lanzo por el ancho mundo, buscando el País donde nadie muriera. Durante mucho tiempo lo busco en vano, pero al fin encontró un país en donde la palabra "muerte", no se conocía.

—Nadie muere aquí —le dijeron.

—Pero, entonces, va a llegar un momento en que vuestro país va a estar demasiado poblado —opinó el hombre.

¡Oh, no! —le respondieron—. ¿Sabes lo que suce­de? Periódicamente se escucha una voz llamando pri­mero a uno, luego a otro; y el que oye esa voz, tiene que ir en pos de ella, y nunca regresa.

Bueno... Si sois tan tontos como para hacer eso —contestó nuestro hombre, irónicamente—, allá vos­otros.

Regresó a su hogar, empacó sus tesoros y se estable­ció con su familia en el país donde nadie moría.

Pero, antes de emprender el viaje, puso sobre aviso a su mujer y a sus hijos, para que si alguna vez escu­chaban una voz llamándolos, no le hicieran ningún caso ni, mucho menos, fueran tras ella.

Durante muchos años vivieron felices en su nuevo hogar, hasta que una noche, mientras cenaban, senta­dos alrededor de la mesa, la esposa saltó bruscamente, gritando:

¡Está bien!  ¡Ya voy!  ¡Ya voy!

Al oírla, su esposo la detuvo y le dijo:

¡Recuerda lo que os advertí  ¡Si no quieres morir, no te muevas de tu lugar!

-Pero no oyes la voz que me llama? —Preguntó la mujer—. Solamente quiero saber qué es lo que quiere; en seguida regreso.

Trató de escaparse, pero no pudo, pues su esposo la tenia fuertemente sujeta, mientras ordenaba a sus hijos que atrancaran puertas y ventanas.

—Muy bien, querido esposo —dijo ella—. Obedeceré y no me moveré de aquí.

Pero, de pronto, y un instante antes de que cerraran la Ultima puerta, saltó violentamente y desapareció en la noche, dejando en las manos de su esposo la tú­nica ribeteada de piel que vestía unos momentos antes. "¡Ya voy! ¡Ya voy!" escucharon su voz a lo lejos.

Después, todo quedó en silencio... Y nunca más la volvieron a ver.

—Bien —dijo su esposo—, nada puedo hacer por ella, puesto que fue tan tonta que quiso morir.

Se casó con otra mujer y siguió viviendo feliz.

No había pasado mucho tiempo, cuando, un día, es­tando nuestro hombre con el barbero, y mientras este le enjabonaba la cara y preparaba su navaja para rasurarlo, gritó inesperadamente:

¡No iré! ¿Me oyes? De-ci-di-da-men-te, ;¡no ire!

El barbero y los parroquianos escuchaban asombra­dos. Por segunda vez gritó nuestro hombre, amenazan­do con el puño en dirección de la puerta:

-       ¡De una vez por todas, te digo que no iré! Así que ya te puedes ir largando.

Un momento después, saltaba, rabioso y asustado.

— ¿Cómo te atreves a seguir llamándome? —aulló fu­riosamente—. Muy bien, si no te vas a pesar de mis órdenes, tendré que hacerte obedecer por la fuerza.

Arrebató al barbero su navaja, y con la cara cubierta aun de jabón, se lanzó hacia la puerta, vociferando:

¡Voy a enseñarte a dejar a la gente en paz!

Como el barbero no tenia ninguna gana de perder su navaja, siguió a nuestro hombre que, a toda velocidad, corrió por el pueblo, lo atravesó y se lanzó a campo traviesa, recorriendo varias leguas, hasta desaparecer en un tremendo precipicio... Y nunca más se le volvió a ver... Así que, a pesar de todo lo que había dicho, no tuvo más remedio que obedecer a la voz, como lo habían hecho los demás.

Cuando el barbero refirió a los habitantes del pueblo lo sucedido, se dirigieron todos a explorar el fondo del precipicio, esperando encontrar huellas de los que habían ido tras la voz durante tantos años; pero no encontraron nada.

Desde entonces, los habitantes del país dejaron de escuchar la voz, y murieron tranquilamente en sus ca­mas, al igual que todos los hombres del mundo.

 

* Tomado del libro: “HABÍA UNA VEZ” (título original en inglés: Once Long Ago), los mejores cuentos infantiles de todo el mundo, relatados por Roger Lancelyn Green,ilustrado por Vojtech Kubasta .versión castellana de Mercedes Quijano de Mutiozábal . Publicado por Editorial Novaro-México . Primera Edición 1964