Medio pollo

06.10.2011 20:19


(Cuento Español)
Había una vez una robusta gallina española que empolló una bonita y numerosa familia: todos los pollitos eran graciosos y finos, excepto uno, que re¬sultó ser un medio pollo. Tenía sólo un ojo, un ala, una pata, media cabeza y medio pico.
— ¡Qué atrocidad! —Cloqueó mamá gallina—. ¡Mi benjamín es sólo un medio pollo! ¡Jamás servirá para nada!
Pero, por raro que parezca, Medio Pollo estaba muy lejos de ser un inútil; brincaba de un lado para otro sobre su única patita y se mostraba mucho más valiente y audaz que sus hermanos. Era también orgulloso y di¬fícil de complacer, por lo que mamá gallina no se sintió excesivamente triste, cuando, un día, Medio Pollo le dijo:
—Estoy hasta la coronilla de este viejo corral. ¡Voy a Madrid, a ver al rey!
—Sólo eres un tonto polluelo —regañó mamá galli¬na—. Hasta un gallo hecho y derecho lo pensaría dos veces, antes de emprender un viaje como ése.
—De todas maneras, voy —se obstinó Medio Pollo—. ¿Qué gano con seguir viviendo contigo y con los otros en este miserable gallinero? Cuando llegue a Madrid, el rey me dará un corral para mí solo, y tal vez os invite a pasar unos días conmigo.
—Vete, pues —contestó mamá gallina—. Pero recuerda que debes ser amable y educado con todo el mundo y quizá tengas suerte, aunque sólo seas un medio pollo.
— ¡Ya veremos! —exclamó Medio Pollo y se alejó, dando rápidos brinquitos.
A poco, llegó a un arroyuelo que estaba cubierto de hierbas y basura.
— ¡Ayúdame, por favor, Medio Pollo! —Suplicó el arroyuelo—. Saca esta hierba para que pueda correr li¬bremente.
— ¡Que te ayude! —Contestó enojado Medio Pollo—. ¿Crees que no tengo cosa mejor que hacer, que perder mi tiempo ayudándote? ¡Voy a Madrid a ver al rey!
Y, renqueando, se alejó. Encontró más tarde, una hoguera que habían encendido unos gitanos; pero las llamas eran ya muy débiles y no tardarían mucho en extinguirse completamente.
— ¡Por favor, ayúdame, Medio Pollo! —Imploró la hoguera—. ¡Échame unas ramas o moriré dentro de unos minutos!
— ¡Que te ayude! —Se indignó Medio Pollo—. ¿Crees que no tengo nada mejor que hacer, que perder mi tiempo ayudándote? ¡Voy a Madrid a ver al rey! y dando la espalda a la hoguera siguió su camino. A la mañana siguiente, pasó junto a un enorme nogal en cuyas ramas se había enredado el viento. ,
— ¡Por favor, ayúdame, Medio Pollo! —Rogó el vien¬to—• ¡Ayúdame a salir de estas frondosas ramas!
— ¡Que te ayude! —Gritó enojado, Medio Pollo—. ¿Crees que no tengo nada mejor que hacer, que perder mi tiempo ayudándote? ¡Voy a Madrid a ver al rey!
Continuó dando brincos, y en las primeras horas de la noche llegó a Madrid; sin perder ni un minuto, se dirigió al palacio real.
—Esperaré por aquí afuera —murmuró para sí—. Con seguridad que el rey no tardará en salir a darme la bienvenida.
Pero mientras se entretenía mirando aquí y allá, se asomó el cocinero real por la ventana de la cocina y al ver a Medio Pollo, exclamó:
— ¡Qué casualidad! El rey acaba de ordenar consomé de pollo para la cena, y no hay una sola gallina en todo el palacio.
Bajó al patio de armas, pescó a Medio Pollo por su única ala y lo arrojó a la olla que tenía ya preparada sobre el fuego.
— ¡Agua, agua! —Gritó Medio Pollo, desesperado—. ¡Ten piedad de mí y no me mojes tanto!
— ¡Ah, Medio Pollo! —Contestó el agua—. No quisis¬te ayudarme cuando era un arroyuelo que corría por el campo y ahora debes ser castigado.
Pocos minutos después, se sentía un terrible calor dentro de la olla y Medio Pollo gritó:
— ¡Fuego, fuego, por favor, no calientes tanto; no sabes el daño que haces con tu calor!
— ¡Ah, Medio Pollo! —Contestó el fuego—. No qui¬siste ayudarme cuando estaba a punto de morir en el bosque, y ahora tienes que recibir tu castigo.
En ese momento, el cocinero levantó la tapa de la olla y al ver que sólo era un medio pollo lo que había conseguido, exclamó:
— ¡Qué barbaridad, si sólo es un medio pollo! ¡No me sirve para el consomé del rey!
Y sacándolo de la olla lo arrojó por la ventana, en el momento en que pasaba el viento. Agarró éste a Medio Pollo y lo agitó de aquí para allá, y de allá para acá, so¬bre techos y azoteas como si fuera una pequeña y ligerísima pluma. .
— ¡Viento, viento! —Suplicó Medio Pollo—. ¡Por favor, no me sacudas así, o me dejarás caer!
— ¡Ah, Medio Pollo! —Contestó el viento—. No qui¬siste ayudarme cuando estaba enredado en las ramas del nogal y ahora tengo que castigarte.
Y elevándolo hasta el campanario más alto, lo clavó en la punta. Y allí puede verse todavía a Medio Pollo, sobre una pata, con una sola ala, un ojo, media cabeza y medio pico. ¡La veleta más alta de todo Madrid!
* Tomado del libro: “HABÍA UNA VEZ” (título original en inglés: Once Long Ago), los mejores cuentos infantiles de todo el mundo, relatados por Roger Lancelyn Green,ilustrado por Vojtech Kubasta .versión castellana de Mercedes Quijano de Mutiozábal . Publicado por Editorial Novaro-México . Primera Edición 1964.