sedna y el cazador

02.12.2012 21:30

 

(Cuento esquimal)Hace muchísimos años, había una joven esquimal llamada Sedna, hija única de un viudo. Era la muchacha más bonita de todo el país de los hielos y las nieves.

Vivían junto al mar, en un iglú durante el invierno, y en una tienda hecha con pieles de reno, durante el verano. Muchos jóvenes trataron de conquistar el amor de Sedna, pero ella los despreciaba a todos, se mostraba cruel con el que la pretendía, y se ufanaba de su dureza.

Un hermoso día de sol, llegó por el mar, desde tierras muy lejanas, un joven y apuesto cazador, cubierto de espléndidas pieles, y con una flecha de marfil hecha del colmillo de un unicornio.

No bajó a tierra el cazador; permaneció, un poco apartado de la playa, en su "kayak" hecho de pieles, meciéndose suavemente sobre las olas, y llamando a Sedna. Acudió la joven a la playa, intrigada por aquel extraño que conocía su nombre.

Al verla, entonó el cazador una suave melodía.

Sígueme al país de las aves

Donde el hambre nunca impera.

Dormirás sobre pieles suaves

Y todo, todo tuyo será.

 

Tendrás luz en las noches invernales,

 Y nuestro iglú calor irradiará.

Comida habrá para Ios comensales

 Y nada, nada te faltará.

 

 

 

 

Sedna permaneció recostada contra la entrada de su tienda, escuchando, y a pesar de que sintió que su co­razón se enternecía, se resistió aún a la llamada del cazador.

Pero éste siguió cantando:

 

Una capa de suave piel de foca

conservará a mi esposa abrigada;

y un collar de brillante marfil

alrededor- de su cuello lucirá.

 

Al escuchar el último canto, Sedna ya no dudó. Se envolvió en su manta de pieles y subió al "kayak". El cazador cogió su remo, y con toda suavidad se dirigió al país de los pájaros, más allá del mar.

Pero la felicidad de Sedna no duró mucho, pues al poco tiempo se enteró que su esposo, el apuesto caza­dor, no era realmente un hombre, sino un "kokksaut", un pájaro fantasma, cuya verdadera forma era la de un gran petrel que podía adoptar forma humana, como cuando la enamoró y la conquistó.

Al conocer la verdad, una gran desesperación y un miedo atroz invadió el corazón de Sedna. Su esposo trataba de consolarla y de vencer su pánico. Pero la joven lloraba, inconsolable, sentada en los tapetes he­chos con piel de oso, envuelta en los más - hermosos trajes, y luciendo bellos collares de marfil.

Mientras esto sucedía, Angusto, el padre de Sedna, lloraba también la pérdida de su hija. Y un día, cuando el mar estaba en calma, sacó su "kayak", y decidido, remó hasta el país de los pájaros.

Cuando llegó, el "kokksaut" estaba fuera, y al encon­trar a Sedna llorando tristemente en su tienda, la tomó en sus brazos, la tendió en el "kayak", y remó tan de prisa como pudo, hacia la tierra de los esquimales.

Cuando el "kokksaut" regresó, y se enteró que Sedna lo había abandonado, se transformó en el terrible pá­jaro fantasma y, dando unos horribles chillidos, subió a su "kayak".

Pronto alcanzó a Angusto, pero cuando el esquimal vio al "kokksaut", escondió a Sedna bajo unas pieles, y Siguió remando.

—¡Déjame ver a Sedna! —gritaba el "kokksaut", to­mando por un momento la forma del apuesto cazador.

—¡Jamás! —contestó Angusto—. Tengo que librarla de ti.

—¡Es mía! —volvió a gritar el cazador.

Y ante la negativa de Angusto, bruscamente se con­virtió en el enorme y sombrío pájaro. Voló sobre el "kayak" chillando con fuerza y dando aletazos.

El ave por un momento pareció desvanecerse, pues una gran obscuridad cayó repentinamente sobre el frío océano Ártico, al mismo tiempo que se desataba una tormenta; y el mar, en calma un momento antes, se tornó furioso, embistiendo la pequeña embarcación con sus enormes y heladas olas, empujadas a su vez por un fortísimo viento huracanado.

Angusto, presa de pánico ante el disgusto de tan po­deroso enemigo, se olvidó de todo, menos de su pro­pia seguridad. Las espumeantes olas y el furioso viento le gritaban:

—¡Sedna! ¡Sedna! ¡Sedna! ¡Devuélvenos a Sedna!

Y arrancando las pieles de un tirón, tomó a su hija, y la arrojó del "kayak".

En medio de espantosos rugidos, la devoró el mar y la arrastró al fondo.. . Y bruscamente, volvió la calma y brilló un hermoso sol...

Angusto siguió remando tristemente hasta llegar a la playa frente a su propia tienda. Se acercaba la noche, fría y dura como todas las noches del ártico, y, friolero, envolvióse en una gruesa piel de oso y se tiró, rendido, junto a su perro.

Una gran paz reinaba... Pero nuevamente se em­braveció el mar a medianoche, subió hasta la playa, y arrastró a Angusto, su tienda y su perro.

Llegaron hasta las heladas profundidades del océano, y encontraron a Sedna, reinando en el país de Adliden, sobre las almas de todos los que se pierden en el mar.

Perdonó la joven a su padre y le consiguió un lugar para su tienda y su perro. Y como ya no temía al "kokk­saut" que la había conquistado, pues ahora ella era también una "kokksaut", fueron muy felices, en Adli­den, como reyes de los fantasmas del mar.

 

* Tomado del libro: “HABÍA UNA VEZ” (título original en inglés: Once Long Ago), los mejores cuentos infantiles de todo el mundo, relatados por Roger Lancelyn Green,ilustrado por Vojtech Kubasta .versión castellana de Mercedes Quijano de Mutiozábal . Publicado por Editorial Novaro-México . Primera Edición 1964