Seis tontos

16.04.2012 23:49

(Cuento Inglés) Hace muchos años vivía un granjero y su mujer, con una hija única, que había llegado hasta los treinta y siete años, sin que nadie se le hubiera acercado a pretenderla, y menos aún quien quisiera casarse con ella.

Pero se presentó, por fin, un caballero, cortejándola; y los padres estaban tan encantados, que para agasajarlo durante su visita, mandaron a su hija a la bodega, por cerveza.

Y allá bajó la muchacha con una gran jarra en una mano, y una vela en la otra, y empezó a sacar la cerveza de un tonel. Mientras esperaba, sentada, que se llenara la jarra, levantó la vista hacia las vigas del techo, y vio un hacha, clavada en una de ellas, que seguramente llevaba ahí muchísimos años, pues estaba completamente enmohecida.

"¡Ay, Dios mío! — Pensó la muchacha—. ¡Si llegara a casarme con este caballero, v tuviéramos un hijo, y creciera, y bajara a esta bodega a sacar cerveza como lo estoy haciendo en estos momentos, y se le cayera el hacha encima, y lo matara! ¡Qué horrible sería!"

Y se puso a llorar, pensando en todas esas posibilidades, hasta que la madre bajó a averiguar por què tardaba tanto.

— ¿Qué haces? —Exclamó la mujer—. ¿Por qué lloras y dejas que se derrame la cerveza?

—¡Ay, madre! —Sollozó la joven—. ¡Piensa por un momento que me caso con este caballero, que tenemos un hijo, que crece, que baja a la bodega a sacar cerveza y que el hacha que ves en esa viga le cae encima y lo mata...! ¡Qué horrible sería!

— ¡Verdaderamente horrible! —contestó la madre y  también ella prorrumpió en llanto.

El granjero se cansó de esperar, y bajó a ver por qué tardaban tanto su hija y su esposa en llenar una jarra de cerveza. Pero al escuchar sus razones, se sentó también, y se unió a sus lloriqueos.

Por fin, el propio caballero bajó a la bodega para indagar lo que pasaba con esta familia tan extraña, Y encontró al granjero, a su mujer y a su hija, sentados en la escalera, sollozando a voz en cuello, mientras la cerveza inundaba el suelo de la bodega.

— ¿Qué os pasa? —Preguntó el caballero—. ¿Por qué lloráis y os quedáis sentados, mientras se desperdicia esa magnífica cerveza?

— ¡Ah, caballero! —Contestó el granjero—. Pensad por un momento que mi hija y vos os casáis; que tenéis  un hijo, que ese hijo crece y viene a esta bodega a sacar cerveza, y que el hacha que veis en esa viga, cae su cabeza y lo mata. . . ¡Qué horrible sería!

Y renovaron todos sus gimoteos en un tono más alto, mientras la cerveza seguía corriendo por el suelo

El caballero soltó una carcajada, y mientras sacaba el hacha de la viga, les dijo:

—He viajado por todo el mundo, y nunca me tropezado con tres tontos como vosotros. Así que con vuestro permiso, me retiro, os digo adiós, y continuaré  viajando. Pero si algún día me encuentro con tres tontos más grandes que vosotros, os prometo regresar y casarme con vuestra hija.

Y se fue, dejándolos entregados a sus lamentaciones. A poco cruzaba un bosque de hermosos robles, donde encontró a un hombre que trataba de enseñar a un cerdo cómo subirse a uno de los árboles.

— ¿Para qué quieres que suba el cerdo al roble? —le preguntó.

—Quiero que se coma las bellotas —contestó el hombre—; pero no logro que suba, a pesar de que me he pasado el día entero tratando de enseñarlo.

— ¿Por qué no subes tú mismo, y sacudes el árbol para que caigan las bellotas? —volvió a preguntar el caballero.

— ¡Hombre, no se me había ocurrido! —exclamó el dueño del cerdo.

"Bien, ya he encontrado un tipo más tonto que los tres de la bodega" —pensó el caballero.

Y siguió su camino hasta llegar a una posada, en donde decidió pasar la noche.

Al despertar, a la mañana siguiente, vio que su compañero de habitación estaba vistiéndose. Ya se había puesto la camisa, y había colgado los pantalones de las perillas del armario; y corría por el cuarto tratando de brincar y caer dentro de los pantalones. Una otra vez lo intentó, pero, o no saltaba a suficiente altura, o no atinaba a caer dentro de los pantalones, hasta que, rendido, se sentó en la cama, secándose el sudor que le corría por la frente.

—Los pantalones son una invención maravillosa, no lo dudo —explicó entrecortadamente—, pero es difícil ponérselos. Me paso cerca de una hora cada mañana, tratando de meterme en ellos, y termino acalorado y rendido. ¿Cómo te las arreglas tú? —añadió digiriéndose al caballero.

Soltó éste una carcajada, y le enseñó cómo ponerse los pantalones.

— ¡Vaya! —Dijo el hombre—. No se me había ocurrido que fuera tan fácil.

"Bien, he aquí otro gran tonto —pensó el caballero, mientras se sentaba a desayunar—. Por lo que veo, no será difícil hallar a un tercero."

Sin embargo, caminó todo el día sin encontrarlo, y era ya de noche cuando llegó al pueblo de Gotham. Sorprendido, vio que todas las casas estaban vacías y las rejas abiertas de par en par. En eso, escuchó a los habitantes del pueblo, gritando excitados en la pradera cercana. Se dirigió hasta allá, y vio que todo el mundo rodeaba el estanque, tratando ansiosamente de sacar algo, unos con rastrillos, otros con azadones y otros más con picas.

— ¿Qué es lo que sucede? —preguntó el caballero.

— ¡Y todavía lo preguntas! —gritaron—. Se ha caído la luna al estanque y estamos tratando de sacarla para ponerla otra vez en el cielo; pero no podemos, por más esfuerzo que hemos hecho.

El caballero no pudo contener la risa, y señalando hacia el cielo, donde brillaba la luna con más esplendor que nunca, les explicó:.

—Lo que visteis en el estanque, es sólo su reflejo. Pero no quisieron creerlo, y lo echaron de Gotham entre gritos y silbidos.

No le quedó, pues, más remedio que cumplir su promesa. Regresó a la casa del granjero, se casó con la muchacha y tuvieron muchos hijos ... cada uno más tonto que el anterior.

* Tomado del libro: “HABÍA UNA VEZ” (título original en inglés: Once Long Ago), los mejores cuentos infantiles de todo el mundo, relatados por Roger Lancelyn Green,ilustrado por Vojtech Kubasta .versión castellana de Mercedes Quijano de Mutiozábal . Publicado por Editorial Novaro-México . Primera Edición 1964